Carta a bell hooks

Examen del módulo introductorio centrado en el cooperación, comunicación y mediación, semestre verano 2023, maestría Arte en Contexto, Universidad de las Artes de Berlín.

Querida bell hooks, 

A dos años de tu muerte, la tremenda admiración que tengo por tu trabajo me lleva a escribirte esta carta abierta.

Escribo desde el lugar simbólico y físico en el que me posiciono hoy; es decir, como mujer, artista y feminista latinoamericana radicada en Berlin. Durante los últimos seis años me he dedicado a impartir talleres creativos con los que busco vincular tecnología, feminismo y ciencia ficción, y los cuales están dirigidos a grupos históricamente marginados; más específicamente a niñas, adolescentes y adultos pertenecientes a la comunidad FLINTA*-inmigrante de Berlín.

Quisiera decirte que admiro profundamente el modo en que has pensado y le has dado forma a tus aulas; con grupos heterogéneos de estudiantes. ¡Sé que ahí esta el real desafío! Sueño con que algún día esa heterogeneidad pueda ser una realidad incuestionable y que ningún factor obligue a algún tipo de segregación. En el caso de mis talleres, un factor que me limita es el tiempo; son talleres de corta duración y su brevedad pareciera hacer imposible el desarrollo de una comunidad que se abrace y respete a sí misma ante todo. Por eso es que he sentido la necesidad de ofrecer espacios seguros y dirigidos „exclusivamente“ a un grupo marginado determinado, donde las participantes se sientan así libres y seguras de participar y expresar sus opiniones, aunque sea solo por un par de horas. Y es que me parece fundamental que en estos talleres cada participante tenga voz, opinión y libertad de crear. Espero, sin embargo, si algún día me convierto en profesora, poder avanzar hacia la conformación de aulas que puedan perdurar en el tiempo para construirse a sí mismas, poniendo así en práctica tus consejos y estrategias pedagógicas; para lograr un aula multicultural.

Un aspecto importante de mis talleres, ademas de la identidad de género, es, como dicen en Alemania, la „historia migratoria“ de las participantes. Y es que ser inmigrante en Alemania no es fácil. Leyendo un artículo de la agencia coordinadora de organizaciones de mujeres migrantes, DaMigra, me entero de que:

„Frauen mit Migrations- und Fluchtgeschichte sind dabei oft von mehreren Diskriminierungsformen zugleich betroffen, d.h. Frau zu sein, nicht deutsch bzw. nicht weiß zu sein, aus einer benachteiligten sozialen Schicht zu kommen, hohen Alters und/oder mit einer Behinderung zu leben, homo-, trans-, oder intersexuell zu sein, führt dazu, dass viele gesellschaftliche Ausschlüsse ineinander verschränkt bzw. intersektional erlebt werden.“

Con esos antecedentes, pero también atendiendo a mi propia experiencia migratoria – mi lengua materna y las sensibilidades que ella me entrega – decidí que los talleres fueran dirigidos a inmigrantes latinoamericanas de primera o segunda generación en Alemania. Sin embargo, esto es más bien una regla general que flexibilizo sin mayores cuestionamientos, sobre todo en los talleres que realizo en escuelas primarias.

Como bien mencionas en tu libro, „la educación no es políticamente neutral“. Y es que ¿cómo podría serlo? ¿cómo se podría enseñar sin cuestionar las desigualdades, el acceso a ciertos conocimientos, el sistema económico, la relación interespecies y el cuidado al medioambiente? En definitiva, ¿sin cuestionar esta cultura dominante supremacista blanca, patriarcal y capitalista? Estamos en tiempos de crisis donde el populismo de extrema derecha esta ganando más y más votos. Se están cuestionando derechos básicos que tanto le ha costado ganar a las feministas. Estamos incluso siendo testigos de cambios ambientales feroces y vemos un avance tecnológico jamás visto, el cual está en manos sólo de unos pocos.  

Es por todo esto que surge en mí el interés por la pedagogía crítica. Quiero llevar estos cuestionamientos al aula a través del diálogo, la reflexión y el afecto – esa es la forma en que busco posicionarme como facilitadora en mis talleres.

En tus escritos he encontrado claras guías para configurar un aula antirracista y decolonial. Aproximaciones que sin duda van más allá de la teoría, pues en tus textos nos muestras cómo practicas una pedagogía transformadora en diversos contextos. Pienso aquí tanto en los seminarios realizados en la Oberlin College para docentes, como en la práctica pedagógica con tus estudiantes – cómo y qué enseñar me parece elemental. Y a pesar de que tu libro Ensañar a trasgredir: la educación como práctica de la libertad fue publicado en 1994, siento que su lectura y aplicación responde plenamente a las necesidades que tenemos hoy.

Al mismo tiempo, sin embargo, pienso que ampliar el contenido, es decir, qué enseñar, es hoy una cuestión urgente. Y es que veo en la apropiación tecnológica y en la especulación feminista una forma de trasgredir.

Como lo mencioné al inicio, mi interés es construir relaciones creativas entre feminismos, tecnología y ciencia ficción. Dicho de otra manera, me interesa crear espacios que, desde una perspectiva feminista y bajo la inspiración de narrativas especulativas, lleven a las participantes en primer lugar a criticar el sistema actual y dejar en evidencia las problemáticas existentes, para así proyectar – a través de lo que tú llamarías sus anhelos – nuevas configuraciones de mundos. Así, una vez que las participantes exploran nuevos escenarios futuros, nuevas formas de vida y de convivencia, diseñan finalmente otras tecnologías para la interconvivencia futura. Asimismo, ademas de potenciar su lado crítico y creativo, este ejercicio también les permite reforzar su autoestima, viéndose ellas mismas como protagonistas de esos cambios.

Desde algún tiempo sigo el trabajo de filósofas feministas y poshumanistas como Rosi Braidotti y Donna Haraway. En sus obras he encontrado perspectivas clave sobre las relaciones entre el ser humano, el medio ambiente y otras especies – así como con lo no-humano. Quizá imagines que fue toda una revelación para mí leer A Cyborg Manifesto de Donna Haraway. Su invitación a desarrollar una alianza estratégica entre el feminismo y la tecnología para dar paso así a otros mundos, imaginarios y materialidades, mundos sin estructuras dualistas antropocéntricas o colonialistas, ha sido tremendamente inspiradora para mi trabajo.

Del mismo modo, la invitación de Rosi Braidotti a abordar las tecnologías de la posmodernidad desde otra perspectiva, alejándose de la tecnofobia y tal vez acercándose a un enfoque más tecnófilo, ha sido también muy importante para mí. Es posible que esta afirmación no sea sorprendente ni temeraria hoy, pero en 1996, cuando Braidotti escribe Cyberfeminism with a Difference, ¡sólo un pequeño porcentaje de la población mundial tenía un computador en casa o sabía lo que era el Internet! Resuenan en mí las palabras de Braidotti cuando dice que „el factor tecnológico debe entenderse como coextendido y entremezclado con lo humano“ – es decir, así lo entiendo, como parte de nuestro ser.

Con esto vuelvo a mi realidad actual. En Europa y particularmente en Alemania hay muchas iniciativas y programas gubernamentales que buscan impulsar la digitalización de la sociedad. Más aún, hay campañas dirigidas exclusivamente a combatir el Gender Digital Gap; es decir, buscan acortar la brecha de género en áreas tecnológicas, fomentando el acceso de minorías a estas áreas. Sin embargo, todas estas medidas, incluso los programa de formación complementaria que ofrecemos en el FrauenComputerZentrumBerlin – organización sin fines de lucro donde tengo un trabajo a medio tiempo – están enfocadas en la obtención de herramientas y recursos laborales; es decir, ¡en fomentar la producción y la industria! Dicho de manera simple, estos programas buscan que hayan más mujeres con competencias IT en el mercado laboral. 

Créeme, bell, entiendo que esto puede ser relevante en términos económicos y para las estadísticas de desempleo – las mujeres merecemos y exigimos más y mejores empleos. ¡Pero esa mirada no cambia el sistema en el que estamos! ¡¿De qué sirve tener nuevos conocimientos si estos sólo se utilizan para reproducir las mismas formas de dominación?!

Por eso abrazo la crítica poshumanista feminista que Rosi Braidotti y Donna Haraway desarrollan: es que el uso y desarrollo de la tecnología debe responder a los intereses de todas las especies con que cohabitamos en el planeta y no sólo al egoísmo antropocentrista. Y aquí es donde siempre escucho comentarios como, suena muy bonito en la teoría, pero en la práctica no es posible. ¿Sabes, bell? ¡Estoy harta de personas conformistas y cínicas en relación a los cambios! Personas que entienden bien lo injusto y desigual que es el sistema en el que vivimos, y que incluso se quejan de ello, ¡pero no harán nada por cambiarlo! Porque, según ellos, simplemente no se puede, porque ya está y no nos queda más que aceptar. 

Pero quiero volver a la idea que me ha motivado a escribirte esta carta. Ante a la propuesta poshumanista feminista, creo que es honesto y genuino preguntarse: ¿pero qué otras tecnologías serían posibles en el contexto de tal invitación? Y ¿cómo podrían éstas desarrollarse? ¿Quienes podrían movilizar tal desarrollo y con qué fin? Es en este punto dónde me parece necesario desplegar un vínculo con la especulación feminista a través de las narrativas que nos ofrece la ciencia ficción. No me parece casual que tanto Braidotti como Haraway mencionen a este género supuestamente menor como una fuente de inspiración. Te confieso que antes de abrazar el de estas filósofas mi relación con la ciencia ficción se limitaba a ciertas películas – las que disfrutaba, sin embargo, con pasión. Pero al encontrar en el trabajo de estas filósofas nombres de otras autoras, ¡simplemente corrí a buscar sus libros! Desde entonces, mi fascinación por la ciencia ficción sólo se ha acentuado y, más aún, mi predilección por novelas y cuentos escritos por la comunidad FLINTA*. Creo que aquí vas a estar de acuerdo conmigo. Pienso que en las obras escritas por mujeres y disidencias sexuales encuentras los temas y relatos más interesantes; historias que van más allá de conflictos bélicos o ataques extraterrestres. Imagino que piensas en este momento en Octavia Butler o Ursula K. Le Guin. ¡Pues sí, no te equivocas! Incluso Haraway, en su libro Staying with the Trouble le dedica un capítulo completoa la The Carrier Bag Theory de Le Guin. Me gusta mucho cuando Haraway, refiriéndose a la bolsa de Ursula, destaca: „importa qué historias contamos para contar con ellas otras historias; importa qué conceptos pensamos para pensar con ellos otros conceptos“. Esto lo interpreto como una invitación a escribir otras narrativas, a crear nuevas configuraciones de mundos, y quizás, en algún momento, a materializarlas.

Buscando vínculos entre metodologías pedagógicas y la ciencia ficción encontré un ensayo de Carly Guest en el journal MAI. Titulado Teaching on the edge of time, en su ensayo Guest habla de su experiencia al leer de la novela de ciencia ficción Woman on the Edge of Time de Marge Piercy, y de cómo ésta inspiró su práctica docente. Guest dice que „la ciencia ficción feminista es un género capaz de aferrarse a múltiples hilos, teorías, posibilidades y temporalidades, por lo que fomenta la resistencia y la crítica de las narrativas y prácticas dominantes.“ También agrega que éste es un „género que tiene la intención explícita de imaginar y poner en práctica otras formas de ser, por lo que invita al lector a estos espacios imaginativos, creando las condiciones para generar nuevas ideas y prácticas.“ Querida bell, las palabras de Guest me hacen sentir que mi búsqueda avanza junto a las de otras. ¿Estás tú también conmigo?

Mi carácter de artista y diseñadora me hacen, sin embargo, bajar del plano de las ideas a uno más aplicado. Encontró ahí un proyecto que, siento, va precisamente en la linea de los intereses y anhelos que busco expresar en esta carta y por eso quiero compartirlo contigo. El proyecto se llama Instituto Mutante de Narrativas Ambientales (IMNA). Es un laboratorio artístico por el clima de la ciudad de Madrid. El IMNA vincula arte, ciencia y tecnología para crear proyectos experimentales que contribuyan a la neutralidad climática de las ciudades. El laboratorio reúne a escolares, artistas, juntas de vecinos y al municipio. El método de trabajo que desarrollan me parece tremendamente interesante, pues conjuga la investigación, la experimentación y el desarrollo de proyectos a través del arte y la ficción narrativa con el objetivo de imaginar nuevas formas de „adaptación“ al medioambiente en el contexto de la crisis actual. Genial, ¿no? La mejor parte es que no sólo diseñan nuevas formas de vivir el presente – es decir, con atención a los problemas actuales – sino que también crean soluciones para futuros inciertos, usando la ficción narrativa para proyectar nuevos escenarios posibles. Todo esto lo despliegan a través de talleres, podcasts, conferencias y lo materializan con obras audiovisuales y prototipos experimentales.

Te cuento sobre estos ejemplos, bell, porque quiero enfatizar lo que te decía al inicio de esta carta: busco que mi trabajo pueda desarrollar espacios seguros para comunidades marginalizadas, aulas donde les participantes puedan abrazar la crítica y la exploración creativa a través de la ciencia ficción y el aprendizaje de nuevas tecnología; lugares donde puedan proyectar nuevas posibilidades de futuro para elles, las ciudades y sociedades donde les toca vivir. 

Querida bell, para mí tu invitación a abrazar la „transgresión“ en el aula significa hoy – en este Berlín migrante al que mi vinculo y que es mi lugar – buscar y tener la posibilidad de salir del sistema dominante y ampliar nuestro espectro de posibilidades futuras. Los protagonistas de las sociedades occidentales han querido convertirnos en actores pasivos frente a este monstruoso sistema; han buscado arrebatarnos la posibilidad de soñar con un mundo mejor. Pero ¿sabes? Yo no sólo quiero recuperar el derecho imaginar. ¡Quiero materializar esos sueños desde un espacio creativo! Es por eso que hoy me atrevo a decir más fuerte que nunca: critiquemos el sistema actual y apropiémonos de su tecnología para crear otro(s), nuevo(s) mundos posibles desde y para nuestro anhelos – for our yearnings. Ese es el espacio de transgresión que construyo y seguiré construyendo en mis talleres, bell. ¿Vienes conmigo? ¿Voy contigo?

Con cariño

Bárbara

Berlín, 30 de septiembre del 2023.