Plantas y cuerpos

¿Se puede cultivar un feminismo a través de la relación entre plantas y cuerpos femeninos? 1/4

Cuando pienso la relación de un cuerpo femenino con las plantas, lo primero que hago es observar mi propio actuar con ellas. Es de manera instintiva, y quizás inconsciente, la atención y dedicación que vuelco hacia ellas. No es que las subestime, considerándolas débiles, y por ello el cuidado periódico que les entrego, más bien es una admiración y retribución por lo que me entregan. Pero, ¿qué es eso que me entregan?. La relación que mantengo con ellas, la considero más que nada un diálogo, el cual no se basa en la manifestación de palabras, si no que afectos. Ellas desde su estado vegetal y yo desde mi aficionado jardinear. Desde que preparo la tierra para una siembra, o para una transplante, hasta cuando las veo y me acerco para observarlas meticulosamente, me entregan un momento, un espacio en el tiempo que me permite transmitir mis afectos hacia sus cuidados en plena contemplación, son momentos de entrega mutua, un diálogo. 

Al regarlas menudamente,

al tocarlas y limpiarlas,

al sacarle esquejes para generar otras,

al sentirlas en mis manos,

me conecto orgánicamente con lo más sensible que me rodea.